La construcción de la vanguardia

Construir cuadros no es construir vanguardia , de la misma manera que construir vanguardia no es construir Partido (o, en nuestro caso, reconstituir ). Debemos preparar al militante comunista como dirigente revolucionario, formándolo en el mayor número posible de campos del conocimiento y dotándole de la concepción del mundo proletaria, además de hacer de él un buen propagandista de la línea política proletaria y de los principios que la inspiran. Ésta debe ser nuestra actividad principal como organización que persigue el desarrollo de la vanguardia marxista-leninista. Pero, aunque necesario, esto no es suficiente. Como destacamento de vanguardia y, por lo tanto, como punto de referencia nuclear de la vanguardia proletaria, la organización marxista-leninista debe asumir la responsabilidad de aquel desarrollo en la dirección de la Reconstitución, y vigilar siempre por no desviarse de este camino, previendo sus necesidades presentes y a largo plazo, y tratando siempre de que sean cubiertas o de preparar las condiciones para que sean satisfechas. Sin embargo, la capacidad y capacitación política de la organización de vanguardia, tanto desde el punto de vista individual como desde el colectivo, no son ingredientes suficientes –aunque sí la base necesaria– para dar cuerpo al proceso de construcción de esa vanguardia (teórica) capaz de ganarse en el futuro a los sectores conscientes del movimiento de masas (vanguardia práctica) como paso previo a la Reconstitución del Partido Comunista. Para hablar de construcción de la vanguardia no podemos descuidar el tratamiento del aspecto secundario de lo que hemos definido como la actual contradicción principal del proceso de Reconstitución: el vínculo que une a su lado principal, la vanguardia marxista-leninista, con el resto de la vanguardia teórica, la línea de masas que aquélla debe aplicar para establecer el sistema de relaciones organizativas y políticas con ésta desde el que emprender un proceso dialéctico ( unidad y lucha) que permita resolver esa contradicción. Tal proceso no será sino el proceso de construcción de la vanguardia propiamente dicho. Es decir, un proceso de construcción donde el resultado es una vanguardia situada a un nivel más elevado a su forma de construcción individual como cuadros o suma de cuadros, pero todavía inferior a la forma superior, social , la forma capaz de expresar los intereses y el movimiento de la clase en su conjunto, el Partido.

Pero el proceso de construcción de la vanguardia teórica marxista-leninista es sólo el aspecto formal que presenta la solución de la actual contradicción principal; su contenido se manifiesta como proceso de reconstitución ideológica del comunismo o, si se quiere, como lucha marxista-leninista por la reconquista de la posición de vanguardia ideológica del proletariado , que son dos modos diferentes de expresar el mismo necesario fenómeno. Y es que no hay verdadera construcción de la vanguardia sin la interrelación del marxismo-leninismo con el resto de las corrientes teóricas que influyen sobre el proletariado, sin lucha de dos líneas entre ambas y sin el proceso de transformación en virtud del cual el marxismo-leninismo fagocita a esas corrientes, es decir, las destruye asimilándolas, las supera incluyéndolas. En alemán, existe un verbo que expresa a la perfección el sentido que queremos otorgar a esta acción: aufheben , que significa, al mismo tiempo, elevar, suprimir y conservar. Entonces, las contradicciones entre el marxismo-leninismo y las demás corrientes teóricas irán resolviéndose sucesivamente como síntesis ( Aufhebung , o, para decirlo en lenguaje marxista, negación de la negación ) en las que el marxismo-leninismo se enriquecerá elevándose , al mismo tiempo que suprime a esas corrientes derrotándolas políticamente y conserva lo que han podido aportar a la reconstitución ideológica del comunismo. Al realizar esto, el marxismo-leninismo va configurándose como discurso teórico-político (reconstitución ideológica) y se construye como movimiento de vanguardia. En esto consiste su pugna por la hegemonía entre los sectores ideológicamente avanzados del proletariado. Es en el desenvolvimiento de este proceso como el marxismo-leninismo toma cuerpo y crece en todas las facetas (teórica, política y organizativa) como vanguardia ideológica, en función de las necesidades prácticas del propio movimiento de vanguardia, necesidades prácticas que, por cierto, no son sino las necesidades teóricas del proletariado como movimiento revolucionario. Es a través de la solución práctica de los problemas que la lucha de dos líneas impone al marxismo-leninismo en el seno de la vanguardia teórica del proletariado como conquistará la posición de interlocutor cualificado ante su vanguardia práctica; y es conquistando a lo más granado de entre los sectores de avanzada influenciados por esa vanguardia teórica que el marxismo-leninismo creará las condiciones organizativas para acometer la futura conquista de esa vanguardia práctica en todas y cada uno de los frentes que ésta pueda abrir en su lucha de resistencia contra el capital. En resumidas cuentas, reconstitución ideológica y construcción de la vanguardia son cuestiones inseparables desde el punto de vista del marxismo-leninismo: ambas van ligadas indisolublemente en un proceso en el que se alimentan recíprocamente.

Del mismo modo, no puede entenderse la idea de reconstitución ideológica de manera distinta de la de hegemonía ideológica del marxismo-leninismo en el seno de la vanguardia . La reconstitución ideológica no es un proceso exclusivamente teorético, no tiene por objeto resolver problemas abstractos o planteados de forma académica en función de las supuestas necesidades de la teoría marxista-leninista como sistema teórico encerrado en sí mismo. En absoluto. La reconstitución ideológica del marxismo-leninismo sólo puede realizarse en relación con la solución teórica y política de problemas concretos , de los problemas que pone en el orden del día la marcha o puesta en marcha del movimiento obrero como movimiento revolucionario, comenzando por aquellos problemas que atañen a la dirección consciente de ese movimiento, y, en primer lugar, los relacionados con la naturaleza de clase de esa conciencia rectora. Y esas soluciones no podrán ser ratificadas y asumidas como soluciones acordes con los requisitos que exige la vanguardia revolucionaria si no son confrontadas con otras soluciones a los mismos problemas presentadas por otras corrientes de pensamiento, y si en esa confrontación, en esa lucha, las respuestas marxista-leninistas no salen victoriosas, no resultan ser las únicas respuestas válidas y satisfactorias para la mayoría de la vanguardia teórica. La incorporación al discurso teórico y político de esas sucesivas respuestas, el deslindamiento ideológico que producirán respecto a la influencia ideológica burguesa y el desplazamiento de esas otras corrientes políticas alternativas procurarán simultáneamente la hegemonía y la reconstitución ideológicas del marxismo-leninismo.

La reconstitución ideológica debe ser comprendida como un proceso, y, además, como un proceso vivo. De hecho, en primer término, su naturaleza presenta más un perfil político que puramente teórico. Efectivamente, al organizarse el discurso teórico-político marxista-leninista en función de los problemas concretos que ante la vanguardia revolucionaria presenta el movimiento de la clase, su construcción discursiva no puede presentarse sino como línea política , en atención a las necesidades de la acción práctica como primera condición; si bien la vocación universalista del marxismo-leninismo como Weltanschauung promoverá con posterioridad la articulación de todos esos elementos discursivos en el seno de su cosmovisión unitaria del mundo. La reconstitución ideológica del comunismo, pues, no consiste en la construcción de ningún sistema teórico –aunque, a la larga, el desarrollo del marxismo-leninismo como teoría sí vaya cristalizando en sistema –, sino que se expresa de una forma real, viva, como dirección del movimiento práctico de la vanguardia (teórica) por el camino de la Reconstitución y de la Revolución Proletaria. No se trata, pues, de cubrir las supuestas necesidades teóricas de la teoría, sino las necesidades teóricas de la práctica, del movimiento práctico de construcción de la vanguardia ideológica. Por esta razón, hay un estrecho vínculo entre reconstitución ideológica y hegemonía política del marxismo-leninismo , porque hegemonía significa dirección, y ésta implica autoridad, prestigio, cualidades que no pueden ser fruto sino de la capacidad para ofrecer respuestas a los interrogantes acuciantes cuya solución es condición para toda verdadera teoría de vanguardia. La reconstitución ideológica del comunismo, por tanto, no es un ejercicio académico, y por eso mismo es algo que no se realiza desde la teoría para la teoría, es decir, en función del ensamblaje completo de un supuesto corpus teórico preestablecido y que permaneciera como entelequia teórica oculta que fuera necesario desvelar y recuperar del limbo del pensamiento puro. Al contrario, la reconstitución ideológica se realiza desde la teoría para la práctica , es decir, en función de los intereses concretos y reales del movimiento de Reconstitución política, en función de los problemas reales que la vanguardia necesita resolver para dar continuidad a ese movimiento y para ampliarlo en su base. No se trata, por consiguiente, de completar un sistema teórico determinado , ni de depurarlo de revisionismo , sino de construir un movimiento práctico real desde cuyas bases políticas en todo caso pueda ser recuperado el corpus teórico monolítico y coherente del marxismo-leninismo.

En el momento actual, desde el punto de vista de la contradicción principal que rige el proceso de Reconstitución, la línea de masas que debe aplicar la vanguardia marxista-leninista es el sistema de relaciones que debe establecer con el resto de la vanguardia teórica con el fin de resolver los problemas fundamentales de las dos primeras fases de la Reconstitución (cuando se establecen las bases ideológicas y la línea política general), de carácter eminentemente teórico. Este es el contenido principal de nuestro actual trabajo de masas. Este sistema de relaciones, por su parte, tiene dos vertientes. Por un lado, la principal, sobre la que ya hemos insistido bastante: el desarrollo de la lucha de dos líneas con los distintos destacamentos de esa vanguardia teórica no marxista-leninista. Pero, por el otro, las relaciones entre esta vanguardia y la marxista-leninista pueden establecerse, en determinados momentos, como alianza , como unidad , con alguno o algunos sectores de esa misma vanguardia. Todo depende de la situación de la lucha de dos líneas general en el interior de la vanguardia teórica, de la posición que en cada momento ocupa el marxismo-leninismo, de la necesidad de neutralizar o aislar la influencia de alguna corriente determinada, etc. Lo importante es no olvidar que la lucha por los principios también requiere la utilización inteligente de los recursos tácticos.

El objetivo de nuestro trabajo de masas, la vanguardia teórica, puede ser representado como una serie de círculos concéntricos que van alejándose del centro ocupado por el núcleo marxista-leninista en función de que sea más próxima o más lejana en cada momento su relación con los problemas teóricos y las tareas prácticas, políticas y organizativas, que plantean la Tesis y el Plan de Reconstitución. Se trata de ir acercándonos de manera consecutiva a aquellos que puedan ayudarnos a resolver esos problemas y a culminar esas tareas; se trata, naturalmente, de resolver tareas políticas apoyándonos en las masas –como es obligado en toda concepción correcta del estilo de trabajo comunista–; pero se trata de problemas muy particulares que afectan a masas también muy especiales: la vanguardia teórica del proletariado . Por lo tanto, no hablamos de los problemas de las grandes masas de la clase, ni de los problemas teóricos del movimiento obrero de resistencia, sino de la resolución de las premisas teóricas y políticas necesarias para la transformación de ese movimiento de resistencia en movimiento revolucionario: la reconstitución ideológica y la Reconstitución política (Partido Comunista) del proletariado, siendo la primera condición de la segunda. El contenido de la línea de masas debe conservar una unidad con el carácter de las tareas de la etapa política en la que nos encontramos en cada momento. Debemos ir a las masas para cumplir esas mismas tareas y, en consecuencia, hallar el tipo de masas que nos interesa en función de tal cumplimiento. Hasta ahora decíamos que nosotros, como destacamento de la vanguardia ideológica, debíamos resolver las cuestiones teóricas y de principio de forma fundamental –y casi sumaria– y que, en el futuro, las masas (entiéndase, las masas a las que se dirige ya el Partido reconstituido) se encargarían de los desarrollos y de los detalles. Pues bien, estábamos equivocados en el sentido de que necesitamos a las masas para cumplir las tareas incluso en su nivel básico fundamental. Es el único modo, desde luego, de que la actividad de la vanguardia marxista-leninista no sea una actividad aislada, sin ninguna relación con las necesidades objetivas del movimiento revolucionario –configurado hoy como vanguardia–, y el único modo de que los frutos de esa actividad sirvan verdaderamente de base para la Reconstitución.

La necesidad de la reconstitución ideológica presupone, evidentemente, la pérdida de la hegemonía ideológica de la que una vez el marxismo-leninismo disfrutó, su desaparición como importante referencia política (que no absoluta, ni única: el concepto de hegemonía debe ser entendido en sentido relativo, sobre todo cuando lo aplicamos a la historia de Occidente) para los sectores conscientes del movimiento de masas (vanguardia práctica); presupone, por tanto, un proceso histórico de liquidación y un estado político de retroceso. Y es, precisamente, mediante la revisión de las soluciones que el comunismo daba a los problemas, tanto de las masas como de la vanguardia, como fue liquidada poco a poco su posición hegemónica dentro del movimiento obrero. El revisionismo, en general, y el eurocomunismo, en particular, se encargaron de llevar a término esta labor de erosión de los cimientos sobre los que se levantaba el carácter revolucionario del movimiento proletario y la guía comunista de su vanguardia. Y no poco ayudó a ello, por otro lado, el dogmatismo, que si bien no revisó aquellas soluciones las absolutizó tanto que terminó sustituyendo el análisis vivo y actualizado basado en el marxismo-leninismo como concepción del mundo por esas soluciones concretas dadas en un momento particular como recetas , lo cual esclerotizó la política comunista y facilitó la labor del revisionismo.

La experiencia de la primera constitución política de un partido revolucionario del proletariado nos puede ayudar a comprender la naturaleza de este proceso de conquista de la vanguardia teórica y de la hegemonía en la dirección de las masas por parte del marxismo-leninismo, ya que, en la Rusia a caballo de los siglos XIX y XX, los marxistas hubieron de resolver tareas políticas muy similares a las que nosotros ahora tenemos planteadas, aunque relativamente más difíciles en nuestro caso, dada la actual crisis del marxismo y los imperativos del cambio de ciclo de la Revolución Proletaria Mundial. Así, comprobamos que la primera lucha política importante que tuvieron que atender fue la de dilucidar, frente al anarquismo populista, el carácter de la revolución rusa y la ideología que debía guiar a las masas en esa revolución. Entre mediados de la década de los 80 y de la de los 90 del siglo XIX, los marxistas supieron dar la réplica adecuada a los naródniki rusos y dejar sentado que la Rusia semifeudal debía pasar por una etapa capitalista, ya en ciernes, que engendrara a un poderoso proletariado, por lo que la inminente revolución debía de ser burguesa. Además, el instrumental ideológico adecuado para que la vanguardia pudiese guiarse y guiar a las masas en ese proceso revolucionario no podía provenir más que de la única teoría científica, el marxismo. En los primeros años del siglo XX, el populismo, derrotado como alternativa política revolucionaria, se transformaría en un partido ecléctico burgués. A continuación, los marxistas revolucionarios hubieron de enfrentarse a los llamados marxistas legales en la disputa acerca de cuál debería ser el verdadero cometido de la teoría marxista: si respaldar políticamente la implantación franca del capitalismo en Rusia que anticipaba, o como instrumento político-ideológico de educación revolucionaria de la clase proletaria. Los marxistas revolucionarios se habían aliado con los marxistas legales contra el populismo, pero la instrumentalización del pensamiento de Marx que querían llevar a cabo éstos a favor de la burguesía (P. Struve, representante destacado del marxismo legal , llegó a decir que se podía ser marxista sin ser socialista ) condujo a la inevitable ruptura. El siguiente círculo de vanguardia al que se enfrentó el marxismo ruso se encontraba dentro del socialismo: los economistas . En esta ocasión, se trataba de resolver cuáles debían de ser los medios de lucha y organización del proletariado. Los economistas optaban por la huelga y el sindicato, respectivamente, mientras que los marxistas revolucionarios ( iskristas ) apostaban por la lucha política y la constitución de un partido revolucionario. Los economistas fueron derrotados en la lucha de dos líneas dentro del partido socialdemócrata de Rusia, y el siguiente problema que los marxistas revolucionarios debieron afrontar (ya como bolcheviques ) fue el de dilucidar cuál sería la fuerza motriz de la revolución rusa. Mientras los mencheviques querían dejar toda la iniciativa a la burguesía, Lenin y sus partidarios insistían en que el proletariado debía jugar un papel dirigente en la revolución burguesa rusa. Como se sabe, en la lucha por esta última vía revolucionaria se culminó el camino de constitución del primer partido de nuevo tipo proletario, que coronó su andadura con la Revolución de Octubre y la primera experiencia de construcción del socialismo.

Todas estas cuestiones, planteadas en un contexto de feroz lucha entre corrientes de pensamiento y alternativas políticas, fueron las que, al ser resueltas al modo revolucionario, llenaron de contenido teórico y político el proceso de construcción de la vanguardia revolucionaria del proletariado ruso. De la misma manera, nosotros, en nuestras circunstancias históricas particulares, debemos acometer un proceso de similar carácter, ahora que nos enfrentamos ante las tareas de construcción de la vanguardia marxista-leninista del proletariado del Estado español. Naturalmente, los interrogantes que será preciso resolver no serán los mismos, pues están en estrecha relación con las peculiaridades propias de cada revolución, lo que incluye hoy en día abordar las exigencias del cambio de ciclo revolucionario. Sin embargo, por la experiencia que hasta ahora arrastramos, podemos atisbar en el horizonte de las luchas políticas que las corrientes con las que habrá de enfrentarse el marxismo-leninismo se asemejan por el contenido de sus posiciones a las que ya tuvieron que combatir los marxistas revolucionarios rusos. Ciertamente, los populistas, marxistas legales , economistas y mencheviques de ayer parecen reencarnarse hoy en anarquistas, revisionistas y trotskistas, que son los actuales reflejos políticos en que se manifiesta de manera dominante la conciencia espontánea de los sectores de vanguardia del proletariado (vanguardia teórica, pero también práctica), principalmente del proletariado occidental. Si la comunidad de raíces filosóficas nos permite comprender de inmediato la afinidad entre el viejo populismo ruso y el actual anarquismo, la familiaridad entre el marxismo legal o el economismo y el moderno revisionismo no parece tan evidente hasta que comparamos sus tesis políticas a favor del reformismo. En el mismo sentido, tampoco a primera vista parecen poder ser emparejados menchevismo y trotskismo, hasta que comprobamos sus mismos fundamentos teóricos y sus prácticas políticas (connivencia con el revisionismo, electoralismo, construcción partidaria de tipo burgués,...). A la espera de que nuestro trabajo de masas nos permita completar estas expectativas –o a la espera de que nos indique, por el contrario, lo erróneo de las mismas–, podemos adelantar que los círculos de la vanguardia teórica a los que nos vamos a enfrentar en primera instancia se sitúan –sin olvidar, por supuesto a los maoístas– en la órbita de cada una de estas corrientes políticas fundamentalmente.

En relación con los grandes interrogantes que la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia teórica con esas corrientes deberá esclarecer, también deberán ser formulados, naturalmente, por esa misma vanguardia. Lo que no excluye que nosotros, como uno de sus destacamentos, llevemos lo que ya consideremos que son esos interrogantes insoslayables, incluyendo, si cabe, las respuestas a los mismos. En cualquier caso, nuestra experiencia nos permite, una vez más, anticipar que la vanguardia deberá resolver qué alternativa hay frente al capitalismo (su reforma, alguna forma de socialismo pequeñoburgués o el comunismo), lo cual está estrechamente relacionado con los resultados del balance del Ciclo de Octubre, en el sentido de su validez como experiencia histórica que muestra un camino de progreso para la humanidad; igualmente, se deberá resolver la naturaleza de los instrumentos políticos imprescindibles para hacer realidad aquella alternativa (por lo que es preciso confrontar nuestra Tesis de Reconstitución con todos los demás puntos de vista, tanto sindicalistas como cualesquier otros), así como la naturaleza de los procesos políticos para alcanzarla (debates sobre la estrategia y la táctica de la revolución, sobre el carácter de clase del nuevo poder –socialismo o etapa de transición– y sobre la forma del nuevo Estado –República de consejos o una nueva República burguesa), etc.

Pero, ¿dónde hallaremos a esa vanguardia que nos ayudará a resolver todos estos problemas y que nos permitirá desarrollar ese proceso de construcción de la vanguardia? Si somos consecuentes con las premisas desde las que hemos hilvanado nuestro análisis, sobre todo aquella que nos previene sobre la inutilidad de buscar elementos de vanguardia ideológica fuera del proletariado, debemos establecer que tenemos que remitirnos a la clase proletaria. Sin embargo, aquí debemos introducir una puntualización para advertir sobre los errores que pueda conllevar la tendencia espontánea y acrítica, propia de mentalidades políticas educadas en el sindicalismo, de identificar a la clase con el movimiento obrero y, sobre todo, a éste con el sindicato. Para expresarlo de forma resumida, el sindicato es el frente de resistencia general de proletariado, su modo más puro de organización para su lucha económica contra el capital; pero hay sectores del proletariado que no se encuadran en esas luchas o en esos modos de organización y que, sin embargo, abren otros frentes de combate: estudiantes, movimientos vecinales, asociaciones de mujeres, antiglobalización, etc. son también formas de la lucha espontánea de la clase proletaria determinadas por circunstancias específicas. Como concepto político, pues, el movimiento obrero debe ser comprendido como la suma del movimiento sindical y de todos esos otros movimientos parciales del proletariado. Finalmente, el proletariado como clase no puede ser identificado única y exclusivamente con su manifestación económica, puramente material, sino también con su forma consciente. La clase obrera no es sólo un movimiento económico, también contiene en su seno un movimiento revolucionario, también es, a través de sus sectores más conscientes, un movimiento de vanguardia en tanto que portadora del progreso social. La clase obrera es, pues, la suma del movimiento obrero más su movimiento de vanguardia . Pero, mientras no culmine el proceso de Reconstitución, esas dos formas principales del movimiento de la clase permanecerán escindidas, y la clase se mostrará predominantemente desde su materialidad, como movimiento económico, todavía no como movimiento consciente, como movimiento revolucionario.

Entonces, ¿dónde se encuentra esa vanguardia que el marxismo-leninismo necesita para reconstituir la ideología comunista y construir la vanguardia teórica que necesitamos para dar un salto cualitativo en el proceso de Reconstitución? Cuando decimos que el movimiento proletario de vanguardia y el movimiento obrero se encuentran escindidos, divorciados, hablamos en términos políticos , más que físicos . Queremos decir que la vanguardia no habla el mismo lenguaje político que las masas, que no tiene sus mismos problemas, ni sus mismas inquietudes (y así será mientras dure la Reconstitución); y esto se manifiesta políticamente en el sentido de que la vanguardia se organiza aparte e, incluso, plantea luchas aparte del movimiento obrero (organizaciones de apoyo a la revolución peruana, a presos políticos, plataforma por la República,...). Sin embargo, esto no siempre es así. De hecho, la forma más usual de existencia del movimiento de vanguardia es en simbiosis física con el movimiento obrero. Por esta razón, la vanguardia marxista-leninista no debe excluir ninguno de los ámbitos de la clase (sindicato, movimiento obrero o movimiento de vanguardia en los distintos destacamentos que lo conforman) para resolver sus contradicciones con la vanguardia teórica del proletariado en la orientación de transformar al movimiento de vanguardia del proletariado, ahora fragmentado ideológica y organizativamente, y fragmentado también en multitud de proyectos políticos, en un movimiento homogéneo y con la única dirección de la Reconstitución.

En esto consiste la orientación general para nuestro trabajo de masas. Pero debemos permanecer vigilantes en su aplicación, con el fin de evitar caer en esa tendencia casi innata –que hemos denunciado hasta la saciedad, aunque en este asunto nunca se pecará por exceso– hacia el economicismo o el sindicalismo, a desviar nuestra atención de las tareas inmediatas de la vanguardia (teórica) y fijarla en las necesidades inmediatas del movimiento obrero (o, si se quiere, de la vanguardia práctica). Error que ya cometimos y sobre el que aquí ya hemos expuesto nuestra autocrítica. En cualquier caso, si el criterio de ubicación de la vanguardia teórica es flexible y abierto, no ocurre así con el orden que debemos seguir para su tratamiento. En este sentido, debemos orientarnos por la idea de la vanguardia teórica organizada idealmente en círculos concéntricos con problemáticas políticas más o menos cercanas a las necesidades del Plan de Reconstitución. A no ser que la lucha de dos líneas termine anteponiendo en lo concreto problemas de otro tipo en el orden del día del proceso de construcción de la vanguardia teórica del proletariado, debemos seguir rigurosamente el orden que nos marca el Plan en su desarrollo, dando prioridad a la solución de las contradicciones con aquellos sectores de la vanguardia teórica preocupados por las cuestiones más cercanas a las que ahora nosotros estamos atendiendo o sobre las que ya hemos elaborado nuestra posición política (balance del Ciclo de Octubre, Tesis de Reconstitución , etc.).

Aunque hayamos definido el objetivo de nuestro trabajo de masas como la vanguardia teórica del proletariado, esto no significa que sea el único. También debemos contemplar el modo de conducir nuestra relación con la vanguardia práctica y las masas en general , en primer lugar porque, como ha quedado dicho, nos encontraremos con ellas, precisamente, cuando vayamos a la búsqueda de aquella vanguardia teórica.

En el siguiente gráfico ofrecemos representadas las dos formas de comprender y aplicar la línea de masas comunista en el actual periodo, entendiendo, en este caso, la línea de masas como aplicación tanto de la labor de propaganda como del trabajo de masas propiamente dicho. En la Figura 1 está visualizado el concepto de trabajo de masas que, en los hechos, aplicábamos hasta ahora, antes de la rectificación; en la Figura 2 observamos el modo como debe ser aplicado a partir de ahora.

Cada cuadro representa al proletariado, y está subdividido en los sectores que lo configuran desde el punto de vista de su grado de conciencia de clase o, si se quiere, desde el punto de vista del proceso de Reconstitución (vanguardia marxista-leninista, vanguardia teórica, vanguardia práctica y masas). Las flechas expresan la dirección en la que se aplica nuestra línea de masas y las expectativas que abrigamos en cuanto a lo que cabe esperar como respuesta , como fruto de ese trabajo en cuanto a contactos, reclutamiento, etc.: si la flecha es doble, significa que existen expectativas de que ese trabajo reporte resultados concretos, que nuestra acción sobre un determinado sector de la clase obrera encuentre respuesta positiva en su interior; si la flecha, en cambio, es unidireccional, significa que sobre ese sector realizaremos sólo trabajo de propaganda, sin esperar ninguna reciprocidad política.

La Fig. 1 muestra, en primer lugar, que nuestro análisis no tenía en consideración la diferenciación, dentro de la vanguardia teórica, entre vanguardia marxista-leninista y el resto de la vanguardia teórica (nuestra relación con el resto de la vanguardia teórica sólo era considerada desde la lucha de dos líneas, pero sin línea de masas, exclusivamente como competencia ideológico-política: se trataba de convencer a la vanguardia práctica de que nuestra línea de dirección era la más correcta, de que éramos la verdadera vanguardia teórica, sin más), y que, en segundo lugar, en nuestra línea de masas manteníamos las mismas expectativas con la propaganda entre las masas que con el trabajo entre la vanguardia práctica. Esto requería nuestra presencia tanto en la regular actividad de organismos y movimientos como el sindicato, las plataformas contra las guerras imperialistas y todas las demás movilizaciones puntuales por motivo de cualquier agresión perpetrada por el capital a cualquier nivel, o, por lo menos, la absorción de nuestro trabajo práctico por parte de este tipo de actividad. Además, la captación de nuevos miembros sólo era posible desde el trabajo de contactos individuales y con la condición de la formación ideológico-política de los nuevos candidatos. En Fig. 2 , en cambio, observamos que ya hay establecida una jerarquía en la aplicación de la línea de masas. En primer lugar, la relación entre la vanguardia marxista-leninista y la vanguardia teórica como vínculo principal que es preciso desenvolver en función de las características del momento del proceso de Reconstitución en el que nos encontramos, vínculo que debe proporcionar resultados políticos, en el ámbito de la teoría y de la línea política, y organizativos, en el reclutamiento de nuevos miembros para la vanguardia marxista-leninista, y no sólo a título individual como contactos, sino también como colectivos o grupos. No olvidemos el punto de vista dialéctico en esta materia: la contradicción principal se resuelve como lucha , pero también y al mismo tiempo, como unidad , como alianza del marxismo-leninismo con la vanguardia teórica del proletariado para construir su vanguardia ideológica.

En segundo lugar, la relación de la vanguardia marxista-leninista con la vanguardia práctica, que también debe abrir un carril de ida y vuelta, pero, en esta ocasión, las expectativas políticas y organizativas deberán ser mucho menos exigentes. Esto se debe a que el vínculo entre la vanguardia marxista-leninista y la vanguardia práctica será, en lo inmediato, predominantemente individual , a realizar a través del contacto personal, y no en función de problemas objetivos concretos, sino de inquietudes subjetivas y de problemáticas específicas particulares . Lo cual obligará a que la conquista para el comunismo de esos elementos de la vanguardia práctica se realice no desde la lucha de dos líneas principalmente, sino desde la formación ideológico-política. Mientras tanto, por su parte, la relación entre la vanguardia marxista-leninista y la vanguardia teórica sí se establecerá en función de los problemas objetivos de la construcción de la vanguardia ideológica del proletariado, y en un ámbito supraindividual, entre colectivos , que permitirá la aplicación de la lucha de dos líneas en la dirección de la clarificación teórico-política y del desarrollo orgánico a mayor escala de la vanguardia ideológica comunista. Por último, estos progresos entre los sectores más conscientes de la clase ejercerán cierto influjo indirecto sobre la vanguardia práctica, ya que situarán frente a ella nuevos referentes teóricos, esta vez realmente revolucionarios. Si bien no conviene albergar demasiadas expectativas acerca de su receptividad, siendo insustituible el posterior combate de la vanguardia ideológica marxista-leninista por conquistarla.

Finalmente, la relación de la vanguardia marxista-leninista con las masas en general. Aquí, sólo podemos contemplar la actividad de propaganda realizada sobre este sector de la clase sin ánimo proselitista a corto plazo, sino, más bien, con una intención a largo plazo de ir poniendo bases para la educación política de las masas, de ir creando opinión pública comunista entre ciertas esferas de la clase para que vayan familiarizándose con el discurso y con la forma de enfocar la realidad y sus problemas del proletariado revolucionario.

Hasta aquí, quedan expuestos los resultados de nuestras reflexiones acerca de las tareas políticas, la táctica y la línea de masas pertinentes en la actual fase de la política proletaria, tras una década de experiencia política. Pero, con esto, no termina nuestro balance. También es preciso introducir una serie de consideraciones, situadas en un plano teórico más elevado, que han surgido obligadamente como derivaciones naturales y necesarias de algunas de las conclusiones alcanzadas en este punto; sobre todo, por lo que se refiere a las más relacionadas con el papel y el carácter de la conciencia proletaria . La segunda parte de este balance –a publicar en un próximo número– sobrepasa, pues, nuestra experiencia particular como destacamento de vanguardia y pretende ir más allá, vinculando esta experiencia con un ámbito más amplio, como reflexión de más largo alcance sobre la andadura histórica del movimiento comunista internacional en lo que atañe a problemas de fondo con los que –como aquí hemos comprobado– nos hemos topado en nuestra evolución, y cuya adecuada respuesta resulta del todo pertinente para la continuidad del proyecto de Reconstitución del movimiento revolucionario del proletariado y para la revalidación del Comunismo como objetivo de la humanidad.

Partido Comunista Revolucionario
Estado Español, 2004