Bildung und Wissenschaft : la universidad obrera

 

La construcción de buenos cuadros dirigentes y la asunción, por su parte, del marxismo-leninismo como concepción del mundo son dos de los pilares básicos imprescindibles para el cometido de reconstituir la ideología comunista. Pero, ¿cómo formar ese tipo de militante comunista, de qué instrumentos necesitamos dotarnos para ello?.

Como se trata de educar, de formar, lo primero que necesitamos es instrucción ( Bildung ), pero instrucción en la ciencia ( Wissenschaft ). En este momento, las necesidades de la lucha del marxismo por reconquistar la posición de vanguardia teórica son distintas a las que requerían otros momentos históricos como, por ejemplo, la Rusia de los debates en torno al II Congreso del POSDR. En aquel momento, como diría Lenin, el eslabón de la cadena al que era preciso agarrarse era la fundación de un periódico revolucionario para toda Rusia. Hoy, para nosotros, ese eslabón es diferente, o, mejor dicho, corresponde a las necesidades propias de una etapa distinta, anterior, del proceso. En la Rusia de 1903, la obra de lucha y deslindamiento con otras corrientes políticas, aunque no consumada, ya hacía tiempo que había sido iniciada por el marxismo revolucionario, y era distinto el estado de ánimo de las masas, en pleno movimiento ascendente desde 1895 –movimiento que culminaría con la revolución de 1905–, mientras que nosotros aún nos encontramos en los inicios de aquella lucha, apenas restablecidos del aturdimiento que nos provocó la última derrota del proletariado internacional. ¡Y qué decir del estado de ánimo actual de las masas! Si hacia 1903 los marxistas revolucionarios rusos debían cubrir el último tramo de su lucha de desenmascaramiento de las corrientes políticas oportunistas de la época, para pasar inmediatamente a la conquista de los elementos más conscientes de las masas proletarias, de ahí la importancia del órgano central de prensa, nosotros debemos retrotraernos aún más, cuando los marxistas rusos –por continuar el paralelismo con la experiencia rusa–, encabezados por Plejánov, iniciaron la lucha contra los populistas (anarquistas) por lo menos a partir de 1883. Nuestra primera y principal tarea, en estos momentos, es similar. También debemos combatir el oportunismo político, el que plantea a las masas falsas vías revolucionarias y el que sólo les ofrece una salida reformista. Pero como el estado de liquidación de la conciencia marxista es severo –algo por lo que no pasaron nuestros homólogos rusos–, también debemos prepararnos para este combate . Por esta razón, el eslabón de la cadena al que tenemos que asirnos es diferente, no responde a tareas cuya naturaleza correspondería a las que pueda cumplir un periódico o la propaganda política en general, sino con tareas de carácter más elemental : formar cuadros marxistas-leninistas, educándolos en la teoría y en la lucha de dos líneas contra el oportunismo.

Instrucción y ciencia son los elementos clave que nos permitirán crear buenas bases y buenas condiciones para la construcción de cuadros comunistas. Pero debemos entender esas palabras en un sentido particular. Por eso, para designarlas, hemos utilizado los vocablos correspondientes en alemán, porque en esta lengua presentan connotaciones semánticas que adquirieron, sobre todo en un determinado periodo histórico, connotaciones que matizan el significado de esas palabras en el sentido que nosotros queremos subrayar. Efectivamente, cuando a partir de la liquidación del Sacro Imperio por Napoleón se apodera de Alemania una fiebre reformadora, mezcla de Ilustración y de resentido nacionalismo, y los sectores emergentes de la sociedad germana pertenecientes a las nuevas clases medias, vinculadas más con las profesiones liberales que con la industria, pretenden dirigir, con el permiso de la aristocracia, los cambios necesarios para situar a Alemania al nivel de las necesidades del mundo moderno que se había gestado a partir de la Revolución Francesa –que ni siquiera la Restauración sobrevenida con la derrota de Napoleón había podido atajar–, aparece la idea de la necesidad de que la renovación espiritual y moral de Alemania y su reforma política fuera encabezada por una nueva elite cultural de líderes formados para el gobierno del país: los hombres de Bildung . Bildung significa instrucción, educación; pero a diferencia del término homólogo Erziehung , que denota asimilación pasiva de conocimientos, la palabra Bildung indica autoformación, dirección de uno mismo en el cultivo del saber, búsqueda del conocimiento, autodesarrollo cultural. Este elemento activo deja traslucir una predeterminación consciente a la hora de iniciar una labor educativa, es decir, la conciencia de que esta labor es solo un medio para alcanzar un fin predeterminado, lo cual resulta fundamental a la hora de definir el carácter de la formación ideológica y cultural del cuadro comunista, porque educar en términos de Bildung supone la capacitación crítica necesaria que permitirá su autoformación permanente. El sentido de la palabra Bildung presenta, pues, ante nosotros, un nuevo reto: el de enseñar a aprender . Si, además, el contenido principal de este aprendizaje se corresponde con la concepción del mundo proletaria, entonces habremos puesto los cimientos para edificar verdaderas conciencias revolucionarias.

Igual que para la mesocrática elite intelectual alemana de principios del siglo XIX la educación entendida como Bildung implicaba una idea de funcionalidad, de que una sabia autodirección cultural habilitaba para la dirección política (frente a las pretensiones fundadas en el nacimiento y la posición social propias de la tradición de la época), de la misma manera la formación intelectual del dirigente proletario no debe entenderse en términos de erudición académica, de búsqueda del saber por el saber , sino en los del conocimiento del mundo como condición para su transformación . Para decirlo de un modo más inmediato, relacionado con la política práctica, y con las palabras de Lenin, la instrucción en términos de Bildung de los militantes comunistas les permitirá “dirigir todas las manifestaciones de esta lucha múltiple, [y] que sepan, en el momento necesario, ‘dictar un programa positivo de acción'” [1] en cada uno de los frentes de la lucha de clases en el que tengan encomendadas tareas revolucionarias. La autonomía intelectual que le dotará de la capacidad de servirse por sí mismo y de saber enfrentarse a los retos novedosos que plantee la lucha de las masas, tanto desde el punto de vista teórico como práctico, principalmente en la tarea de aplicar y traducir creativamente la línea política revolucionaria en cada uno de esos frentes, permitirá al cuadro comunista ejercer de vanguardia y, a través de él, al Partido la dirección efectiva del movimiento de masas (cuestión a tener en cuenta y de vital importancia cuando se aborde la tercera fase de la Reconstitución: el trabajo entre las masas para conquistar a la vanguardia práctica). La autonomía intelectual que acompaña a la idea de Bildung no debe entenderse en el sentido pequeñoburgués de libertad de crítica , sino en el de capacidad crítica adquirida como condición sine qua non para ejercitar una actividad de vanguardia consciente. De la misma manera, la idea de Bildung , aunque pone énfasis en la iniciativa y la actividad individual en la formación, no pretende prescindir –y en nuestro caso no debe prescindir– del aprendizaje colectivo y de la experiencia práctica. Lo que pretende remarcar es la idea de formación permanente , fuera incluso (o, mejor dicho, sobre todo ) del marco de la actividad organizativa, la idea de la continuación de la formación por otros medios , por los propios medios, la idea de reflexión permanente sobre el mundo a la luz del marxismo y sobre el marxismo a la luz de ese mundo, de imbuirnos de espíritu crítico y de ganas de aprender para comprender, de imbuirnos de la idea de que el permanente movimiento de la realidad exige de nosotros un aprendizaje constante y un esfuerzo intelectual individual permanente, exige de nosotros, en definitiva, el ejercitar la Bildung .

La relación entre el aspecto individual y el colectivo del aprendizaje ha sido planteada por nosotros de manera bastante unilateral hasta ahora. Al considerar la asunción colectiva de los materiales de formación como la forma verdadera de asimilación, hemos terminado entendiendo que también se trata de la única , lo cual es falso. Naturalmente, desde el punto de vista del debate, síntesis y elaboración de la política del día a día el marco colectivo de actividad intelectual es el principal; de la misma manera ocurre cuando se trata de asimilar de la mejor y más completa forma posible cuestiones y temas teóricos concretos relacionados directamente con el pensamiento marxista o con las necesidades de su política. Pero en este terreno estamos hablando de lo que la organización aborda desde el punto de vista de las necesidades teóricas o políticas más inmediatas o perentorias, ya se trate de dotar a los militantes de los elementos teórico-conceptuales imprescindibles para el conocimiento del marxismo-leninismo, ya de su aplicación práctica. Queda, sin embargo, olvidada –o, al menos, pendiente– una cuestión de fondo fundamental, a saber, que la asimilación mental de la concepción del mundo marxista-leninista es un prolongado y larvado proceso de sedimentación intelectual, y, además, en primera instancia, un proceso individual . El contexto formativo colectivo es importante como el más adecuado útero de gestación del marxista individual en tanto que guía intelectual y en tanto que entorno desde el que vincular la formación teórica del individuo con las necesidades prácticas del movimiento real de la lucha de clases (necesidades que son la verdadera base material de los problemas en cuya solución teórica debe participar el comunista como individualidad intelectual); pero esto no puede sustituir –y, en parte, nosotros hemos sido víctimas de este error– la originalidad de la experiencia individual en el estudio del marxismo-leninismo, o en la asimilación particular de la concepción del mundo proletaria. En general, nosotros no hemos sabido concienciar a los camaradas sobre la importancia de su experiencia personal como estudiantes de la doctrina comunista. De hecho, la etapa de preparación individual de los temas de estudio previa a las reuniones de formación (etapa colectiva) ha sido infravalorada e, incluso, en muchos casos suprimida. Como resultado hemos convertido el estudio en una formalidad y a nuestro método de estudio, en los hechos, en un método pasivo de educación ( Erziehung ) en el que la generalidad de los camaradas se han limitado a escuchar y a intentar comprender las ideas y comentarios de los otros más informados previamente. En tal situación, hemos reproducido inconsciente e involuntariamente el esquema que precisamente queríamos superar con el Programa de Formación: la separación entre el militante comunista y la ideología comunista, en general, y, en particular, la separación entre quienes conocían algo de marxismo-leninismo y quienes no conocían nada (con todo lo que esto puede repercutir en la organización desde el punto de vista de la reproducción de la división burguesa del trabajo manual e intelectual).

El problema de una actitud activa ante la formación ( Bildung ) adquiere, por tanto, la mayor importancia a partir de ahora. Y esta actitud sólo puede venir de la concienciación de que el aspecto individual de la educación acompaña en importancia al aspecto colectivo. De hecho, son complementarios. En primer lugar, porque la asimilación del marxismo-leninismo como Weltanschauung no puede reducirse al aprendizaje de unas tesis filosóficas o políticas. Aquí, la sentencia de Heráclito nos resulta del todo pertinente: para saber una cosa no basta con haberla aprendido [2]; o sea, aprender no es saber . Aprender una serie de principios, tesis ideológicas o políticas, o leer unos cuantos libros marxistas importantes no significa que se haya asimilado el marxismo como concepción del mundo. Para ello es preciso estudiar en el pleno significado de la palabra, reflexionando y reuniendo con sentido crítico nuestros conocimientos hasta el punto de imbuirnos del espíritu de la ideología, de familiarizarnos con su particular enfoque de la realidad. Además, es importante no limitar el interés de nuestra formación a la doctrina político-filosófica marxista-leninista propiamente dicha, sino ampliarlo a todas las facetas de la realidad y de la ciencia ( Wissenschaft ) en virtud de la vocación integradora y del punto de vista global que el marxismo-leninismo proyecta sobre el mundo. El esfuerzo individual por amalgamar todos esos contenidos cognitivos en un bloque homogéneo y único, en una cosmovisión, desde la perspectiva crítica marxista, contribuirá en gran medida a la forja de mentes portadoras de la cosmología proletaria. Los resultados de este esfuerzo individual pueden y deben contrastarse colectivamente –aunque no desde un riguroso orden del día, sino en la medida que las necesidades prácticas obliguen a ofrecer esos resultados en función de problemas concretos–, de modo que esas mentes proletarias individuales vayan configurando poco a poco una mente colectiva –ese querido intelectual colectivo – como verdadero soporte y propagador de esa nueva concepción del mundo.

Pero mientras este proceso acompaña paralelamente al proceso de Reconstitución, desde el punto de vista de nuestras necesidades inmediatas como destacamento de vanguardia ideológica, debemos hallar un nuevo equilibrio entre los aspectos individual y colectivo de la instrucción del militante comunista. En este sentido, es importante señalar que compartir una misma concepción del mundo no significa profesar un pensamiento único. En tanto que individuos limitados, la concepción del mundo proletaria sólo puede ser representada parcialmente en las conciencias de los comunistas. Esta limitación exige cierta complementación de los distintos grados y modos de asunción individual del marxismo-leninismo. Será así, por lo menos, hasta la culminación de la Reconstitución. Pero lo que sí perdurará –incluso en el seno del Partido Comunista– será la importancia de esa diferencia y desigual asunción individual de la concepción del mundo proletaria desde la perspectiva del desarrollo teórico del comunismo. Ciertamente, es en el largo plazo donde la contribución individual al desarrollo ideológico del proletariado adquiere su verdadero relieve. Si en lo inmediato es el contexto colectivo lo determinante para la resolución de los problemas teóricos y prácticos del movimiento desde la aplicación del esquema unidad-crítica-unidad , a la larga es la aportación novedosa (individual) ante un problema nuevo lo que permite ese desarrollo ideológico-político en términos cualitativos, cuando precisamente las premisas conceptuales desde las que se operaba no permiten enfrentarse correctamente a esos problemas novedosos y es preciso romper con ellas, revolucionarlas , plantear en toda su dimensión el elemento central de aquella dialéctica del desarrollo político-ideológico del comunismo, la crítica, la lucha . Y la capacidad interna del organismo político para recurrir a lo novedoso para enfrentarse a lo nuevo proviene, precisamente, de la diferenciación y riqueza de matices, de las distintas versiones del pensamiento en que ha ido asimilándose individualmente una misma concepción del mundo. Esta diversidad, por decirlo de algún modo, cumple la función que la variabilidad genética de las especies en la Naturaleza: garantizar su adaptación y evolución. La aportación de elementos individuales parciales e innovadores en la solución de los problemas prácticos de la revolución y su asimilación colectiva e integrada en la lógica del discurso ideológico de clase es el modo como se desarrolla el Partido Comunista desde la perspectiva de la contradicción individualidad-colectividad en la esfera intelectual. Pero, por otro lado, en este ámbito lo individual no podrá sustituir nunca a la colectividad como depositaria de la totalidad ideológica, de todo el horizonte cosmológico de la concepción del mundo del proletariado; la individualidad sirve a las necesidades del permanente desarrollo ideológico y a la constante vocación de teoría de vanguardia del marxismo-leninismo; pero la individualidad no puede suplir a la organización de vanguardia o al Partido Comunista como consciente colectivo depositario de la Weltanschauung de la clase proletaria, como entorno intelectual donde pacientemente se van soldando los fragmentos de la conciencia clasista del mundo al mismo ritmo que ésta se va desarrollando. De ahí que algunas tesis políticas defendidas por ciertos sectores del movimiento comunista se nos antojen del todo erróneas por unilaterales y dogmáticas. Tesis como la teoría de la jefatura , defendida por algunas organizaciones maoístas, rompen completamente la unidad dialéctica entre individuo y colectivo en la cuestión del desarrollo teórico de la ideología proletaria, terminando por permitir la suplantación del Partido por el jefe, y por ungir a la conciencia individual con el monopolio y el privilegio de la creatividad teórica, sin referencia alguna al colectivo y por encima del Partido. Cuando, por añadidura, se personaliza esa conciencia individual, es decir, se considera que la individualidad intelectual creadora es siempre la misma y, en consecuencia, la única y verdadera portadora de la concepción del mundo proletaria, obtendremos como colofón la teoría complementaria del pensamiento guía . Ambas tesis, por tanto, deben ser denunciadas por idealistas e individualistas, por impedir la comprensión del verdadero papel que juega el individuo en el proceso de desarrollo del pensamiento proletario y su correcta relación con el colectivo partidista en esta materia (por no hablar ya del perjudicial reflejo de la rígida división del trabajo de la sociedad burguesa que provoca en el interior de la organización de vanguardia), y porque, después de todo, son hijas de una época, la del Primer Ciclo Revolucionario, donde dominó la concepción del marxismo como filosofía política y nunca se planteó la necesidad (si exceptuamos el corto período de la Revolución Cultural china y somos condescendientes con sus declaraciones de intenciones y no demasiado severos con la perspectiva, cuando menos ingenua, de extender la concepción del mundo proletaria entre las masas a base de recetarios de citas como el Libro rojo ) de formar a todos los comunistas en la concepción del mundo proletaria. Ni siquiera esto se planteó como problema a resolver con los adecuados medios políticos.

El marxismo-leninismo como Weltanschauung implica una cosmología unitaria, una visión del mundo como totalidad integrada, como organon . La formación multidisciplinar del marxista persigue la representación intelectual de esa cosmovisión, su comprensión y su integración en su actividad práctica. La Weltanschauung así concebida exige una Wissenschaft , una ciencia; pero no una ciencia entendida como novedosa disciplina propia, ni tampoco como práctica experimental particular, sino como resultado del saber universal, como asimilación y síntesis sistematizada de los progresos de las ciencias y su integración crítica en el marco gnoseológico marxista-leninista. La idea ilustrada de Wissenschaft surgió como negación del dominio humanístico-literario en los contenidos de la formación cultural dominante (basados en la lengua y la literatura clásicas, griega y latina) que en Europa se remontaba al Renacimiento, y por oposición a toda superstición, esoterismo o espontaneísmo en el proceso de conocimiento. Éste sólo puede ser resultado de la ciencia, y es en su espíritu y en el conocimiento de las leyes reguladoras del universo que nos va desvelando donde debe residir la fuente de nuestra instrucción. La Wissenschaft así entendida pasa de esta manera a ser el objeto de la Bildung (es decir, educarse en la ciencia ), el marco general y permanente de su desenvolvimiento y de su actividad, bajo la guía crítica del marxismo-leninismo. La unidad de ambos – Bildung und Wissenschaft – expresará el continuo esfuerzo por asimilar los progresos de la ciencia a la Weltanschauung proletaria y por la permanente actualización del marxismo-leninismo como teoría de vanguardia. Esa unidad constituirá el fundamento principal para proveer del contexto adecuado para la consecución de ese objetivo fundamental que es la construcción de cuadros comunistas: la universidad obrera . Esta idea de universidad obrera no debe ser interpretada en el sentido organizativo-institucional, sino como la visión genérica que englobaría el trasfondo común de las principales tareas políticas del presente periodo.

La idea de universidad obrera corresponde a una común necesidad histórica de autogestión cultural del proletariado en una nueva época prerrevolucionaria y en un nuevo nivel. Igual que en los preliminares del Ciclo de Octubre las consecuencias del imposible acceso a la educación por parte de las grandes masas trataba de paliarse a través del mitigamiento del analfabetismo y de impartir nociones de cultura general a las bases del sindicato o del partido obrero en la denominada Casa del Pueblo , en la actualidad, la imposibilidad creciente de acceder a una educación elevada de las masas y de sus elementos más preparados, en general, y la imposibilidad de obtener, en particular, una concepción del mundo autónoma, independiente de la burguesa, en el seno del sistema educativo vigente, obligan al proletariado consciente a dotarse de los instrumentos necesarios para elevarse intelectualmente hasta el punto que exige el grado de civilización alcanzado por el desarrollo social. Si en el Primer Ciclo Revolucionario las Casas del Pueblo se correspondían con una situación en la que era preciso acercar a las masas culturalmente a la actividad de su vanguardia, pues mientras la vanguardia estaba educada, las masas eran semianalfabetas, ante el próximo ciclo revolucionario la necesidad de la universidad obrera es exponente de una situación inversa, donde, relativamente hablando, las masas son muy cultas y la vanguardia, en cambio, no está a la altura de las exigencias de la dirección en la construcción de una sociedad nueva, ni de la dirección política de las masas, ni siquiera de las de la dirección de su partido revolucionario. Si en el Ciclo de Octubre el gran problema de la revolución, desde el punto de vista de la cultura, era la participación de las masas en la obra de edificación de lo nuevo, precisamente su participación en el proceso de su emancipación –lo que ponía un fuerte interrogante a la naturaleza del proceso revolucionario como proceso de autoemancipación del proletariado–, en la actualidad, la lucha de clases proletaria y las necesidades que impone el incremento de la composición técnica del capital han obligado a la burguesía a formar a los hijos de la clase obrera hasta niveles altos de educación (generalización de la enseñanza secundaria), pero impide su acceso a la formación superior como cuadros dirigentes . Esto es lo que debe suplir el proletariado de manera autosuficiente e independiente de cara al futuro ciclo revolucionario, del mismo modo que en la época de su preparación para el primer asalto revolucionario se enseñó a leer a sí mismo. Lo cual, por cierto, redundará en una mejor correspondencia entre la preparación cultural de la vanguardia y la de las masas de la clase, y en una correspondencia a un nivel más alto; lo cual, a su vez, otorgará mayores posibilidades futuras a la autonomía que el proletariado como clase debe imprimir a la revolución como proceso de autoemancipación.

Notas:

[1] LENIN: Op. cit ., pág. 91.

[2] “No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas aprendido las conocen, pero a ellos se lo parece.” ( Filósofos presocráticos Barcelona, 1995; pág. 133).