El
texto siguiente fue editado por el Partido Comunista Revolucionario como
panfleto dirigido a los asistentes a la edición de 2005 de la Fiesta
¡LA IDEOLOGÍA PROLETARIA AL MANDO!
Quienes asistís todos los años a la Fiesta del PCE ya
conocéis nuestra trayectoria. El PCR nace en el contexto del fracaso ya
incuestionable del “socialismo real”, con el fin de romper con y combatir al
causante de ese fracaso, el revisionismo. Nuestro proyecto se construye sobre
un Plan de Reconstitución del Partido Comunista (PC), basado en la asimilación
del marxismo-leninismo desde la formación en el estudio de los clásicos y en la
investigación de la experiencia histórica de la construcción del socialismo
(Balance). Se trataba, en resumen, de recuperar las bases ideológicas que el
revisionismo había repudiado, considerando que todo consistía en volver a
retomar un discurso al que se había renunciado; es decir, no era el discurso
revolucionario en sí mismo el objeto de la obra liquidacionista del
revisionismo, sino simplemente el carácter revolucionario de los viejos
partidos comunistas, que se habían apartado de la senda de la revolución al
renunciar al marxismo-leninismo. Pero éste se mantenía incólume.
El Plan contemplaba también la actividad en el terreno
práctico del movimiento de masas, al que nos dirigíamos con el mensaje
revolucionario que íbamos aprehendiendo con el fin de elevarlo hacia las
posiciones del socialismo científico. Sin embargo, la experiencia en este
terreno ya nos mostró ciertos indicios de que nuestro trabajo no estaba bien
encaminado. La nula receptividad de nuestro discurso entre las masas provocaba
el aislamiento de las posiciones revolucionarias y nos fue situando cada vez
más en posiciones sectarias. El traslado de cuestiones de principios a un
terreno en el que se demandan respuestas prácticas inmediatas fue aumentando la
incomprensión de nuestro punto de vista sobre la naturaleza de las tareas más
urgentes, y poniendo en evidencia el divorcio entre los problemas teóricos de
la Reconstitución y el trabajo de masas tradicional, que reproducíamos de
manera mecánica en nuestra actividad. Esto exigía una rectificación en nuestra
línea de masas.
Pero fueron los resultados de nuestra actividad
teórica, principalmente a través de nuestro conocimiento de la experiencia de
la revolución soviética, lo que nos permitió comprender que las raíces últimas
del fracaso de la experiencia revolucionaria del Ciclo de Octubre se
encontraban en los límites políticos y sobre todo ideológicos de la
constitución del factor subjetivo de la revolución. La relativa asunción de la
teoría de vanguardia por parte de los partidos revolucionarios creó las
condiciones determinantes que explican los fatales errores cometidos en la
formulación de la línea política adecuada a las necesidades del desarrollo del
socialismo. Por lo tanto, el pilar sobre el que se fundamentaba nuestro plan,
las obras “clásicas” del marxismo-leninismo, se resquebrajaba. Si, en general,
la derrota final se encuentra en germen en muchos de los planteamientos del
plan inicial de la revolución, sería criminal cometer el error de formarnos en
el aprendizaje talmúdico de la teoría en la que se basaban esos planteamientos.
Era preciso asumir la teoría de vanguardia desde la crítica para reunir sus
elementos en una concepción coherente del mundo. Esto implicaba la apertura
ante nosotros, de manera inesperada, de una nueva tarea crucial: el problema de
la Reconstitución ideológica del comunismo, como condición previa a su
Reconstitución política (PC). Por otro lado, implicaba también la conclusión de
que fue el fenómeno de acumulación de errores lo que fraguó la victoria del
revisionismo; de que lo que pasaba por “desarrollo del marxismo-leninismo” no
eran más que tesis fundadas sobre la base del error previo, por lo tanto, sobre
el revisionismo. En definitiva, se trataba de que la incapacidad para estar a
la altura teórica de las necesidades políticas de la revolución había provocado
la creciente transformación del marxismo en revisionismo; se trataba de que lo que
había sufrido un proceso de liquidación era la propia ideología comunista. Ésta
no permaneció a salvo de los procesos de liquidación política y organizativa
del movimiento comunista, como pudimos creer. También fue víctima de ellos. Ya
no se trataba de “defender” o “salvar” a la teoría “pura” de los ataques de un
agente “extraño”, el revisionismo, sino de que el marxismo se había
transformado en su contrario y de que no existía refugiado en ningún
olimpo teórico. Había sido liquidado,
quedando ante nosotros sólo sus restos mortecinos (aquellos “clásicos”). Por lo
tanto, había que reconstituirlo. La Reconstitución teórica del
marxismo-leninismo se nos presentaba ahora como un asunto de máxima
urgencia.
Sin embargo, un sector de nuestro partido se negó aceptar
las consecuencias políticas de nuestra experiencia y, tras su escisión del PCR,
ha decidido insistir y profundizar en nuestros errores. De esta manera, en
lugar de comprender la necesidad de elevarse a la altura que exige la solución
de los problemas teóricos de la Reconstitución del comunismo como combatiente
de vanguardia, apuestan por “bajar” más hacia las masas, anteponiendo como
principal el trabajo práctico en el entorno de las luchas de resistencia. Sin
ninguna duda, esto les obligará a profundizar en sus posiciones sectarias si su
intención es la de no renunciar a la defensa intransigente de los principios, o
bien a caer en el oportunismo como única respuesta a su aislamiento, opción,
ésta, la más probable (y nos consta que ya han dado los primeros pasos en este
camino). Por otra parte, su negación absoluta y absurda de los problemas
teóricos de la revolución (para ellos, la revolución sólo tiene problemas
prácticos), les ha obligado a resolver la cuestión del Balance a la ligera.
Para ellos, “fue determinante el atraso social de los países en que el
proletariado empezó a conquistar el Poder político”, es decir, han pasado a
defender la vieja tesis menchevique de la inmadurez del factor objetivo de la
revolución, es decir, la vieja tesis plejanovista de que “no debimos coger las
armas”. Tesis que pone en evidencia su “apoyo” formal a revoluciones, como la
de Nepal –país atrasado donde los halla–, a los que de hecho están negando
carta de naturaleza.
La expresión más clara del estado de liquidación del
movimiento obrero como movimiento revolucionario es el dominio absoluto del
proscenio por parte del tradeunionismo y de quienes niegan el papel de la
teoría y la necesidad de poner en el orden del día las cuestiones teóricas de
la revolución proletaria, en general, y de la Reconstitución del comunismo, en
particular. Para el proletariado, sin embargo, se trata de un asunto de vida o
muerte. El carácter de nuestra época exige que la clase obrera se dote de un
destacamento que esté a la altura de los nuevos retos, de su comprensión y de
la articulación de respuestas políticas ante ellos. Vivimos una época inédita
desde el punto de vista de la revolución. Este periodo es un periodo
prerrevolucionario: nos hallamos en vísperas de un nuevo ciclo revolucionario.
Podemos establecer cierto paralelismo con la época anterior a 1917. Pero
también es un periodo posrevolucionario: resultado de una derrota histórica en
toda línea del proletariado. Y esto es inaudito, absolutamente original. Esta
circunstancia crea condiciones políticas nuevas y nuevos problemas, cuyas
soluciones no van a ser halladas en ningún libro ni copiando ninguna vieja
receta. A la altura de las nuevas exigencias sólo podrá situarse una vanguardia
que haya sido construida desde la asunción de la concepción del mundo marxista,
desde la lucha por su reconstitución como referente ideológico del movimiento
obrero (condición perdida desde su liquidación), elevándose en la solución de
los problemas de principios y de índole estratégica de la lucha de clases del
proletariado, y en su formación como estado mayor de la revolución. Por el
contrario, la escuela del practicismo, de la guía por el movimiento espontáneo
y de resistencia de las masas, la formación de cuadros en el sindicalismo y en
la lucha económica sólo acarrearán el estancamiento eterno del movimiento
obrero y el triunfo definitivo de la barbarie.
Esta es la NUEVA ORIENTACIÓN que el PCR ofrece al
resto de la vanguardia del proletariado.
Por la Reconstitución ideológica del comunismo
¡Viva el Marxismo-Leninismo!
Por la Reconstitución política del comunismo
¡Viva el Partido Comunista!
¡Forjemos comunistas en la lucha de dos líneas
contra el revisionismo y el oportunismo!
Septiembre, 2005