El movimiento espontáneo en imágenes

El primer gran ciclo de la Revolución Proletaria Mundial (1917-1989) nos ha dejado un rico legado del que es preciso aprender con el fin de preparar con mejor éxito la ofensiva de la próxima oleada revolucionaria. Sin embargo, en esa herencia también están incluidos determinados prejuicios y apreciaciones ideológicas distorsionadores cuya pervivencia, por su naturaleza errónea o mistificadora, impediría –como ya impidió– la comprensión cabal de las leyes que rigen la transformación revolucionaria de la sociedad, y que por ello es preciso combatir y depurar como condición para una exitosa Reconstitución del marxismo como ciencia revolucionaria y como teoría de vanguardia. Una de esas nefastas herencias es el mito del desarrollo espontáneo de la conciencia revolucionaria de la clase obrera, o, si se quiere, el mito de la esencia revolucionaria innata del obrero que acompaña a su modo de existencia. Esta fábula nació al mismo tiempo que el pensamiento revolucionario del siglo XIX y es una de sus marcas de juventud, vestigio de inmadurez que acarreó consecuencias graves, y que el proletariado, hoy en edad adulta, debe superar.

En el siguiente reportaje fotográfico, se muestran ejemplos de manifestaciones políticas de las masas obreras que han protagonizado capítulos muy conocidos de la historia, algunos de los cuales son celebrados este año por la burguesía por cumplir algún aniversario. Lo que demuestran esos episodios es, no por casualidad, el motivo del jubileo de la clase dominante al recordarlos: que el espontaneísmo de las masas, por mucha apariencia de radicalismo o revolucionarismo que transmita, ha estado y estará siempre dirigido por y al servicio de los intereses de alguna otra clase hegemónica o de la clase dominante; que, por definición, un movimiento revolucionario es antagónico a todo espontaneísmo, y que todo movimiento revolucionario de masas sólo es posible a condición de que la vanguardia conquiste la posición política adecuada para ejercer su influjo ideológico consciente sobre ese movimiento espontáneo para transformarlo en su contrario; es decir, que, por su naturaleza, toda manifestación espontánea de las masas, a la larga y sin la influencia de la vanguardia, es contrarrevolucionaria.

Desde que Lenin escribiese su ¿Qué hacer?, hace más de un siglo, el desarrollo de la lucha de clases del proletariado ha alcanzado un grado tal de acumulación de experiencias suficiente como para que el culto a las masas pueda ser desterrado de la política comunista. Para los tozudos engreídos derechistas, que todavía quieren embaucarnos con el mito romántico de la revolución espontánea, va dedicada la siguiente galería de imágenes.

Los batallones rojos (1915). Durante la revolución mexicana, la clase obrera se había agrupado en la Casa del Obrero Mundial, a cuyos miembros el gobierno de Venustiano Carranza armó para combatir a los ejércitos de Villa y Zapata y abortar la vía democrático-revolucionaria. 10.000 obreros formaron los mencionados batallones rojos, enfrentándose a sus hermanos de pobreza.

La marcha verde (1975). Las masas populares marroquíes apoyando el colonialismo alauita en el Sahara occidental.

Manifestación del sindicato obrero polaco Solidaridad, fundado en 1980. Sin palabras.

El sistema Volkswagen. El sindicalismo de masas tradicional es fiel reflejo de las relaciones sociales burguesas y de la conciencia de clase espontánea de los trabajadores. La alianza del capital y la aristocracia obrera permitió un sistema de gestión económica en el que el trabajador podía participar en las decisiones de la empresa. La otra cara de este mecanismo de reproducción de las relaciones de explotación capitalista fue la corrupción, ahora elevada a escándalo, del comité de empresa (lógico, cuando se reproduce un sistema en sí corrupto), al que se sobornaba con viajes, regalos y servicios de prostitución. Y es que el sindicalista corrupto no es una anomalía, sino la expresión natural de la conciencia del obrero privilegiado, de su mentalidad aburguesada y de su modo de vida consumista.

Los cascos duros . Durante la guerra de Vietnam (finalizada en 1975), un sector del proletariado norteamericano se organizó para expresar su apoyo al expansionismo imperialista de su país y para reprimir las manifestaciones pacifistas