Una Nueva Orientación

(Hoja distribuida por el PCR en la Fiesta del PCE en septiembre de 2003)

 

Millones de personas se han movilizado, aquí y en todo el planeta, contra la invasión de Irak, contra la “globalización”, contra las agresiones a la naturaleza (marea negra del Prestige , Plan Hidrológico Nacional,…), contra la creciente represión y fascistización (Ley de Partidos, ilegalización de la izquierda abertzale , brutalidad policial, medidas carcelarias de aislamiento y exterminio,…), contra reaccionalización del ambiente cultural y del sistema educativo, contra el acrecentamiento de la explotación capitalista, etc., etc. ¡Cuánta energía social para tan parcos resultados!

Por supuesto que los dirigentes de la “izquierda” burguesa -PSOE, PCE-IU, CC.OO., UGT;…- han empleado todos los ingentes medios que les facilita su amo para reconducir a esos movimientos hacia el redil del sistema: valga como ejemplo su cobarde defensa de “nuestras” tropas de ocupación en Irak ante la advertencia de Aznar contra el derrotismo revolucionario (que es la única actitud consecuentemente anti-imperialista); o también su tratamiento del caso de transfuguismo y corrupción en el parlamento de Madrid como simple aberración excepcional cometida contra el sacrosanto “sistema democrático” y no como expresión consustancial a la dictadura capitalista (que es la verdadera naturaleza oculta de la falsa democracia vigente).

Precaria conciencia de la vanguardia

Pero, si la clase poseedora y sus lacayos consiguen sus fines, es por la debilidad del sector que encabeza efectivamente las luchas reivindicativas y esto, sobre todo, por el enfoque generalmente equivocado de quienes abrazan la causa revolucionaria. La mayoría de esta vanguardia teórica del proletariado lo subordina todo a su vinculación con aquellas luchas; reduce la lucha de clases a sus expresiones superficiales (empirismo)-principalmente las sindicales-, y se entrega así al seguidismo de los movimientos espontáneas de las masas, hoy más que nunca esclavos de la ideología y la política burguesas. Las diferencias entre las corrientes de vanguardia que aplican tal línea de masas resultan, en los hechos, simples barnices para justificar la existencia de unos chiringuitos que convergen todos en el reformismo y el electoralismo. Coexisten sobre el mismo terreno, repartiéndose respetuosamente la audiencia (liberalismo): no luchan por la verdad como única guía legítima, porque han degenerado en el agnosticismo, el relativismo y otras escuelas filosóficas anti-materialistas actualmente de moda.

A tan patético final se llega cuando se quiere ganar a las masas sin haber resuelto previamente, en el plano teórico, los interrogantes fundamentales que plantea la transformación de la clase obrera en sujeto revolucionario.

Reconstituir la ideología comunista

Esta solución siempre ha exigido una ardua batalla por entronizar al marxismo como teoría revolucionaria hegemónica y por construir sobre su base la línea política, el programa y la organización necesarios. Pero, en el presente, ni siquiera esto es suficiente: la derrota del proceso revolucionario inspirado en el modelo soviético ha puesto de manifiesto la más profunda crisis jamás sufrida por la teoría marxista, tras décadas de dogmatismo y de revisionismo, hasta el punto de entrar en conflicto con la propia concepción del mundo de la que partió.

Desde los diferentes acontecimientos sociales hasta cada uno de los descubrimientos científicos, todo prueba de forma inapelable la veracidad del marxismo-leninismo como concepción del mundo, su carácter de síntesis superadora del saber universal acumulado por la sociedad dividida en clases y, por consiguiente, la única realmente antagónica con relación a la ideología burguesa. Sin embargo, su desnaturalización se produjo en las formas políticas con las que se concretó y se vulgarizó, particularmente desde los primeros tiempos de la II Internacional cuyas elaboraciones fueron “heredadas” sin cr´tica suficiente por el bolchevismo y el Movimiento Comunista Internacional (p.ej., el economicismo).

Las masas y, sobre todo, sus activistas se preguntan qué ocurrió, por qué se truncó la perspectiva de la emancipación humana, cuál es la guía intelectual válida,…, y no hallan más que un tremendo marasmo ideológico en la vanguardia teórica. Así, resulta imposible forjar entre sus miembros una actitud, una voluntad y una disposición capaces de impulsar la construcción de una verdadera fuerza organizada, que sea ejemplo y autoridad reconocida para las masas, para ir elevando su conciencia y su combatividad con rumbo a la revolución Socialista Proletaria.

Completar la ruptura con el oportunismo

Hay que luchar por un cambio de orientación en el movimiento revolucionario proletario:

•  No basta con esgrimir un discurso revolucionario, de principios, si al mismo tiempo se reproduce la vieja práctica oportunista. La Línea de Masas no debe tener por objeto inmediato los movimientos de resistencia, sino la propia vanguardia teórica, desenvolviendo en su seno la Lucha de Dos Líneas necesaria para resolver los problemas fundamentales que obstaculizan la reanudación de la Revolución Proletaria Mundial.

•  El agotamiento del Ciclo de Octubre nos ha legado, en todos los campos, una verdad fragmentada cuyos “trozos” debemos analizar críticamente para integrarlos coherentemente con la cosmovisión marxista- leninista, la cual hemos de estudiar y asimilar desde su exposición original (Reconstitución ideológica del Comunismo).

•  En consecuencia, ninguna corriente política surgida al calor de la oleada revolucionaria de Octubre tiene la solución cabal (ni la “izquierda comunista”, ni el trotskismo, ni el “estalinismo”, ni el guevarismo, ni el maoísmo,…), si bien la contribución positiva de las mismas no es equivalente. Es necesario negarlas dialécticamente, superar la experiencia revolucionaria anterior, con el fin de resolver ya efectivamente la problemática de la emancipación humana que dio origen a nuestro movimiento. No basta pues con defender los episodios gloriosos de nuestro pasado, ya que podemos y debemos elevar nuestra ambición revolucionaria a un nivel cualitativamente superior a todo lo alcanzado hasta el presente.

•  Esta labor tiene sentido únicamente con vistas a la Reconstitución del Partido Comunista, principal instrumento de la praxis revolucionaria. Claro está que se trata de concebir al Partido Comunista, no como mera organización del sector de vanguardia del proletariado, sino como movimiento político de la clase obrera hacia el Comunismo (véase la Tesis de Reconstitución ).

Nuestra participación en la lucha de clases así entendida -principalmente en la esfera de las relaciones ideológicas y políticas de todas las clases sociales, y no en su manifestación más empírica, como movimientos de resistencia parciales- es la posición y la escuela desde la que podremos forjar la vanguardia necesaria. Esta Nueva Orientación es el eslabón que le faltaba al comunismo revolucionario para volver a emprender la marcha hacia la libertad.

¡Abajo el revisionismo!

¡Viva el marxismo-leninismo!

¡Pongamos la ideología y la política al mando de nuestra práctica!

¡Únete a la lucha del PCR por la

Reconstitución del Partido Comunista!

¡Hacia la Revolución Socialista,

la Dictadura del Proletariado y el Comunismo!